martes, 18 de enero de 2011

Mariposas...




La chica miraba por la ventana evadida completamente de lo que ocurría dentro de clase...ignoraba si hoy el profesor explicaba los acordes mayores o menores...o si dictaba la biografía de este o aquel compositor...

Su mirada se posaba en dos mariposas que revoloteaban bajo la lluvia del patio. Ambas volaban en círculos persiguiéndose tiernamente con muchísima energía acumulada que en pocos días desaparecería. Poco a poco su atención se desvió de las mariposas y su vista se nubló, comenzando a mirar al infinito y a pensar completamente abstraída. Sería muy triste ser una mariposa, pensaba. Cuando logras llegar a la edad activa en la que te sobra energía, te enamoras y por fin dejas de ser un gusano terriblemente horrible sabes que solo te quedan 3 o 4 días de vida. Tres días de vida para hacer lo esencial de la misma, para disfrutar de ella al máximo explotando todas tus posibilidades. Debes disfrutar, debes enamorarte, debes reproducirte, debes cuidar y repentinamente morir...

Ella se sentía como una mariposa: en la flor de la vida, y no lograba imaginarse que debiese terminar en un período tan breve de tiempo con todo el esfuerzo que le había costado conseguir esas alas que le permitieran volar y ser libre...

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